viernes, 3 de junio de 2011

La Masvida.

Cuando nos cansábamos de la decadencia, siempre podíamos sumergirnos en el cutrerío de abajo: los bares con la música roquera a toda marcha, los canutos rulando, el Bourbon y la Voll-Dam, y gente que te abordaba ofreciéndote toda clase de drogas: haschisch, kifi, coca, ácidos, caballo, ruedas de anfeta, Bustaid, Optalidon, Catovic, Dexedrina, Valium, Minilix, ampollas de Sosegón, opio cristalizado, láudano, beleño, peyote, mescal, semillas de belladona, yumbina, cantárida... cualquier cosa que colocara, drogara, emborrachara, alucinara, extasiara, zumbara, calmara, sedara, diera marcha, que ayudara a conseguir el punto, el bolillón, el colocón, el beat, el nirvana, el samadhi o el satori, la iluminación divina y la vibración de mil dínamos zumbadoras y aullantes en el cuerpo. Más el sexo como los ángeles, el espíritu de la tribu purificado, reconversión en general, caótico mogollón.
En aquellos antros reinaba entonces Lou Reed, cantando a la chica de Coney Island, empalagado de lívida poesía neoyorkina, con su instinto de cazador de reflejos en el De sueño Organizado; David Bowie y las arañas marcianas chupando en el corazón de cristal, la oscarwildeana ambigüedad; Elton John, la apoteosis del plástico en el gran escenario iluminado con descargas espasmódicas de testículos electrónicos: mira mis gafas, tienen la forma de la torre Eiffel, mis garras ortopédicas de plástico y mi pelo color naranja, hecho con cadenas polométricas de electrones venenosos; voy vestido con la piel de un leopardo, me masturbo en público con mi chirriante guitarra-pene fosfórico y, si me entregas tu alma, yo transformaré tu corazón en un reactor danzante de la Central Nuclear del Deseo, carrusel de las decapitadas muñecas de cartón de la feria del Prado de la Inmortalidad. Condenado, como Ixión, a verlas girar eternamente llevando el retazo anhelante de tu saturada identidad.
Entretanto, alrededor del espectáculo todo se derrumbaba; invisible, impalpable, subrepticiamente, las larvas de la descomposición horadaban la manzana podrida de la noche, se introducían furtivas en los cerebros durmientes y completaban su obra sin que el escenario cambiase, limpiamente, como la bomba de neutrones. Expansión invisible de la Conspiración Derrumba-Conciencias. La nube rosada de la Paranoia localizando lo Peor.

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