jueves, 2 de junio de 2011

La Masvida, VIII.

Fuimos al Café Negro, donde tocaban los hermanos Amador, dos gitanos que después se han hecho famosos. Las paredes estaban tapizadas de negro, las mesas y los asientos eran negros, con focos de luz que caían en delgadas columnas desde el techo.
Nos acomodamos. Los músicos empezaron a tocar, con digitaciones frenéticas en las guitarras y percusión igualmente raudas. Apoyados en los puros rasgueos de las cuerdas y unos bongos de percusión, intercambiando entre ellos secretos santo y seña, atacando un tema endiablado, con aires gitanos y barriobajeros, de músicos callejeros, mientras cantaban las letras disparatadas de Kiko Veneno: la unión del absurdo literario y el irrespirable absurdo cotidiano de aquella España, vacilante y en ebullición, del postfranquismo.
Aquello sonaba a paisajes de Ketama, sembrados de haschisch, a gitanos mezclando rock and roll con las bulerías de sus fiestas de clan Y tenía marcha, hacía girar la rueda, mover el mundo... Acelerando el camino hacia el espejeante fantasma de la salvación.
Estábamos en un pequeño anfiteatro, sentados en las gradas, con el local lleno a rebosar. Luis intentando meterle mano a Malena que movía la cabeza siguiendo la música, a un lado y a otro, azotando peligrosamente el aire con su mechón rebelde de pelo trigueño. Había algo de salvaje en la alegría chispeante de sus ojos, en los labios, intensamente pintados de carmín, mantenidos rígidos por una fuerte contracción de las mandíbulas. Su mirada a veces te atravesaba, cayendo sobre ti como desde la altura, siempre dura y seductora a la vez.
También su lengua era temible, afilada y certera muchas veces. No rehuía el sarcasmo, el chisme, insulto o suciedad... ¿Cómo había hecho esa chica para lograr tal mezcla de refinamiento y degradación? ¿Era el haschisch y la vida vagabunda? ¿El odio a su madre que la trataba de puta? ¿Un instintivo rechazo a su clase social, que le hacía pasar al otro extremo?... En cambio, el Luis todo era un poco solemne y estilizado, sus mismos arrebatos de furor o de lirismo. Daba siempre la sensación de estar poseído por una alta misión, un especial destino.

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