miércoles, 1 de junio de 2011

José Hidalgo III. La Masvida.

Luis acababa de llegar a la ciudad con un permiso del ejército
No había contactado aún con su familia. Fuimos a tomar una copa. Después acompañamos al muchacho de pueblo a tomar el autobús. Luis y él chocaron las manos: "Adiós, chaval, adiós", y rompieron por última vez aquella intensa mirada silenciosa...
Luego, caminando hacia mi queli, Luis me habló de aquellos meses cuartelarios: "¿Sabes?, al poco de llegar me tocó un sargento muy cabrón que la tomó conmigo. Me arrestaba siempre. Me hacía la vida imposible. Yo sólo pensaba en desertar y llegar hasta Marruecos. Un día me puse a privar. Una botella entera de ginebra, hasta que llegué a un punto extraño como un jamacuco. Me puse furioso y arremetí contra las taquillas del barracón tirándolas al suelo. LLamaron a un oficial de servicio y me llevaron al cuerpo de guardia. Pero allí seguí armando bronca, hasta que se enteraron de lo que había privado. Vino la ambulancia y me llevaron al hospital militar".
Allí le dieron unas gotas sedantes tan fuertes que tuvo todo un día de limbo: "El coco cerrado por descanso de personal", bromeaba Luis. Después de este episodio, cuando ya se habían proclamado lo suficiente los médicos militares le dieron una baja provisional, hasta el mes de septiembre en que tendría que volver a pasar una revisión médica.

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