domingo, 29 de mayo de 2011

Mente y cosmos.

La holografía es un proceso fotográfico que utiliza un rayo láser de luz coherente (de la misma longitud de onda) para construir imágenes tridimensionales en el espacio. Un holograma -al que podríamos comparar con la diapositiva que nos permite proyectar una imagen- es el registro de una pauta de interferencia entre dos mitades de un rayo láser. Después de que el haz del láser sea dispersado por un espejo parcialmente azogado, una parte de él (denominada haz de referencia) es dirigido hacia la emulsión del holograma y la otra mitad (denominada haz del objeto) se refleja hacia la película desde el objeto fotografiado. Lo curioso es que la información procedente de los dos rayos, indispensable para reproducir una imagen tridimensional, permanece "plegada" y distribuida por todo el holograma, y que podemos dividir el holograma en tantas partes como queramos y descubrir que, al iluminar cualquiera de los fragmentos, cada uno de ellos "despliega" una imagen tridimensional de la totalidad.
El descubrimiento de la holografía se ha convertido en un elemento fundamental de la visión científica del mundo. El eminente físico teórico David Bohm, por ejemplo, antiguo colaborador de Einstein, se inspiró en la holografía para crear un modelo del universo que englobara las múltiples paradojas de la física cuántica. Según Bohm, el mundo que percibimos a través de los sentidos y el sistema nervioso, con o sin ayuda de instrumentos científicos, sólo representa un pequeño fragmento de la realidad. Desde su punto de vista, lo que nosotros percibimos constituye el "orden desplegado" o "explicado", un aspecto parcial de una matriz mayor a la que denomina "orden implicado" o "plegado". En otras palabras, lo que nosotros percibimos como realidad es similar a la proyección de una imagen holográfica procedente de una matriz superior. Por consiguiente, la visión de Bohm del orden implicado (similar al holograma) describe un nivel de la realidad inaccesible a nuestros sentidos y al escrutinio directo de la ciencia.
Bohm dedica dos capítulos de su libro La totalidad y el orden implicado a la visión que nos ofrece la física moderna sobre las relaciones existentes entre la conciencia y la materia. Según Bohm, la realidad es una totalidad completa y coherente que está implicada en un proceso interminable de cambio denominado holomovimiento. Desde este punto de vista, todas las estructuras estables del universo no son más que meras abstracciones. Es por ello que, por más esfuerzos que dediquemos a describir los objetos, las entidades o los eventos, tendremos que terminar admitiendo que todos ellos se derivan de una totalidad indefinible e incognoscible. Así pues, en este mundo en el que todo está en un flujo incesante de cambio, la utilización de sustantivos para tratar de describir lo que ocurre no hace más que confundirnos.
Según Bohm, la teoría holográfica ilustra la idea de que la energía, la luz y la materia están compuestas por pautas de interferencia que portan información sobre todas las otras ondas de luz, energía y materia con las que, directa o indirectamente, han entrado en contacto. Así, cada fragmento de energía o de materia constituye un microcosmos que encierra a la totalidad. No deberíamos, pues, seguir considerando la vida en términos de materia inanimada. La materia y la vida -como la materia y la conciencia- son abstracciones del holomovimiento, es decir, abstracciones de una totalidad indivisa de la que nada puede separarse.
Bohm nos recuerda que hasta el mismo proceso de abstracción mediante el cual creamos la ilusión de separación de la totalidad es, en sí mismo, una expresión del holomovimiento. Cualquier percepción y cualquier conocimiento -incluido el quehacer científico- no constituyen una reconstrucción objetiva de la realidad sino una actividad creativa comparable a la expresión artística. No podemos medir la verdadera realidad porque la realidad es esencialmente inconmensurable.
El modelo holográfico nos brinda una posibilidad revolucionaria para comprender las relaciones existentes entre las partes y el todo. Más allá de la lógica limitada del pensamiento tradicional, la parte deja de ser un fragmento de la totalidad para contener y reflejar -bajo ciertas circunstancias- la totalidad. Los seres humanos no somos entidades newtonianas insignificantes y aisladas sino campos integrales del holomovimiento, es decir, somos un microcosmos que contiene y refleja al macrocosmos. Si esto es cierto, cada ser humano tiene la posibilidad de expandir sus capacidades mucho más allá del alcance de sus sentidos y llegar a experimentar, de manera directa e inmediata, todas las facetas del universo.
Existen muchos paralelismos interesantes entre la visión de la física de David Bohm y la visión de la neurofisiología de Karl Pribram. Después de varias décadas de investigación y experimentación, esta neurociencia mundialmente reconocida ha llegado a la conclusión de que ciertas paradojas desconcertantes relacionadas con el funcionamiento cerebral sólo pueden explicarse recurriendo a los principios holográficos. El revolucionario modelo cerebral de Pribram y la teoría del holomovimiento de Bohm tiene profundas implicaciones para la nueva comprensión de la conciencia humana que recién estamos comenzando a trasladar al nivel personal.

                                                               Stanislav Grof, La mente holotrópica.

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